María De la Vega y Nates

María De la Vega, por Antonio Salas (1809).
Fuente: La gente de Quito entre 1790 y 1950.
María De la Vega y Nates (Quito, 1776 - ibídem, 1 de diciembre de 1820), fue una aristócrata de la época colonial quiteña. Esposa del prócer Juan de Salinas y activa participante de la Revolución Quiteña que tuvo lugar entre 1809 y 1812, es consiuderada prócer de la Independencia ecuatoriana.


Biografía

Nacida en la ciudad de Quito en el año 1776, era hija del español peninsular Patricio De la Vega y su esposa, la criolla quiteña Margarita Nates y Mojardín. Su familia era de una elevada posición económica y trabajaba en importantes cargos públicos de la Real Audiencia.

Sus padres le acordaron un buen matrimonio con el entonces capitán de infantería Juan de Salinas y Zenitagoya, con quien se casó en 1794, a los 18 años de edad (él tenía 39). La pareja procreó dos niñas, a las que llamaron María Dolores y María del Carmen, que mas tarde se convertirían en tronco de varias familias quiteñas importantes.

Se involucró con la causa autonomista cuando su esposo participó activamente de la Revolución Quiteña iniciada el 10 de agosto de 1809, en cuya Junta de Gobierno fue nombrado coronel y jefe de la Falange Armada de Quito. Cuando la Junta devolvió el poder al Conde de Ruiz de Castilla, y éste ordenó la persecución de los complotados, Juan de Salinas fue llevado preso al Cuartel Real, mientras que a María se le ordenó permanecer en su casa.

A inicios de 1810 María quiso liberar a su marido y otros próceres, trazando para ello un plan con Mariano Castillo; más, las autoridades españolas dieron con el plan y lo evitaron minutos antes de que se pusiera en marcha. Castillo fue llevado al Cuartel Real y María permaneció prisionera en su casa por los siguientes meses.

Tras los fatídicos hechos del 2 de agosto de 1810, en que murieron gran parte de los próceres del Primer Grito de Independencia que se encontraban apresados en el Cuartel, María fue sospechosa de colaborar nuevamente con los grupos que intentaron liberarlos, cayendo sobre ella una segunda acusación de sublevación contra la Corona.

Ese mismo día María y su hija mayor (Dolores, de 14 años) fueron conducidas al pie de una horca alzada por las autoridades en la plaza mayor, para que escucharan el mandato de muerte ordenado contra María. Después fueron llevadas a una habitación del Palacio de Carondelet, donde se enteraron del trágico final del coronel Salinas.

Las religiosas de la Limpia Concepción se apiadaron de María y solicitaron a las autoridades que cumpliera una sentencia recluida junto a sus hijas al interior del Monasterio de clausura, evitando así la horca pero no la confiscación de todos sus bienes.

María De la Vega y Nates falleció el 1 de diciembre de 1820, siendo sepultada en la iglesia de La Merced, y dejando a la pequeña Carmen, de 13 años de edad, al cuidado de su hermana mayor y el esposo de ésta. Tras la Independencia de 1822, el mariscal Sucre devolvió las propiedades confiscadas por los españoles a las Salinas.

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